22/1/09

Delirium Tremens - Etapas VIII, IX y X


Etapa VIII: Mea Culpa

Le has dado tantas vueltas al hecho de dejar a tu pareja, de pensar en otros, de confiar en un futuro mejor que has comenzado a dejar de lado a tu pareja. Pasas de estar siete días a la semana a cinco, luego cuatro y finalmente, con suerte, le verás los fines de semana. No obstante, no te culpas por ello; crees que necesitamos más espacio y más tiempo para nosotros mismos, pero en el fondo sabemos, en nuestro inconsciente quizá, que es culpa nuestra; que no queremos prestarles más atención, que somos nosotros quienes no queremos pasar más tiempo juntos.
Cuando asumas que tú también tienes parte de culpa en el deterioro de la relación habrás superado el nivel ocho.

Etapa IX: Nacemos, crecemos, nos reproducimos y discutimos

Empezamos a discutir por tonterías. Cosas absurdas como, por ejemplo: decidir a dónde ir, dónde dormiremos hoy, por cómo hablamos del otro con nuestros amigos, porque creemos que ahora mira a otros/as con deseo, porque ahora le sientes frío/a y distante, porque ya no te besa, ni te abraza, ni te mira, ni te trata con el mismo amor que antes; porque ahora el resto si es necesario y sientes que tu pareja no se interesa por tu familia, por tus amigos, por tus estudios, por tu trabajo, por tus intereses y en general por tu felicidad.
¡Oh! Que desgraciados somos. Nuestra pareja ya no nos ama como antes. No se sacrifica por nosotros. STOP: el victimismo es para débiles. Piénsalo: puede que la razón por la que la relación se esté enfriando sea que tu pareja se sienta igual que tú. Puede que él/ella también considere que tú tampoco le besas, le abrazas, le miras ni le tratas con el amor de antaño. Puede que tú tampoco te estés sacrificando lo suficiente por la relación.
¿Estás de acuerdo con lo que he escrito? Pues plantéate porque hablamos de sacrificio, una palabra tan fea y forzada, cuando estamos hablando de un acto tan bondadoso como lo es el amor.

Etapa X: Remordimientos

Entre lo oscuro de esta situación hay momentos en los que aparece una luz que nos ciega, que nos da de lleno en la consciencia. Hablo de esos momentos en los que nuestra pareja, clara muestra de su comprensión y de cariño-amor por nosotros, se muestra, a pesar de todo, tal y como es, como cuando le conocimos. Esos momentos revuelven nuestra consciencia.
Nos duele ser tan crueles a veces, tan malos a ratos y tan egoístas siempre.
Si el ser humano gozara de unas cuantas neuronas más podría aprovechar esos momentos de claridad para entender que su pareja sigue siendo la misma persona, que nada ha cambiado, que, como se suele decir, donde hubo siempre queda, en mayor o menor medida, pero queda.
Si fuéramos capaces de ver esto no nos sentiríamos tan desdichados al ver la indiferencia con la que nos golpea a veces nuestra pareja. Y como conclusión podríamos decir que si viviésemos menos momentos de desdicha, ese rayo de luz entre la oscuridad se abriría cada vez más y nos permitiría ver que, en realidad, ese cuarto oscuro en el que tan solos nos sentimos se encuentra, por el contrario, amueblado con respeto, cariño y amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario