19/9/09

Mi paz


Y estaban cayendo los últimos rayos de luz de este día cuando me senté frente a este mar que hacía tiempo no veía.
Vivo en una isla y aún así hay días en los que me privo de ver esto. Qué necesario es frenar el día a día, la rutina; el dedicarle tan sólo un segundo sin estrés a la simple visión de las olas rompiendo en la orilla.
Me senté frente a la inmensidad del océano y bauticé mi alma en silencio. Sentí la arena deslizándose bajo mi cuerpo y el agua colándose en cada poro de mi piel.
Y este mar lo cura todo. Me adentré en él y lamí mis heridas. En el agua quedaron viejos lamentos. En el espejo de este azul no se reflejan cicatrices. Estoy limpia. No siento nada. La paz se apoderó de mi ser; me siento pluma; un cuerpo mecido por las olas.
De nuevo en la arena. Me siento pluma; un alma vacía, sin penas que arrastrar ni más dolor que el de saber que mañana comienza de nuevo la rutina.

5/9/09

Al sereno


Sentada al borde de la ventana con las piernas colgando, dejando que el sereno de esta noche refresque mis pies, me encontré desvariando, pensando en vidas, amores y situaciones que ni han sido ni llegarán a ser.
Pensaba en lo genial de las personas. Tenemos no sólo la capacidad, sino también la osadía de fantasear. Pensamos en lo bueno y en lo malo de nuestra vida y nos cargamos de propósitos de cambio, de lo que queremos ser mañana, sentir hoy, olvidar pronto.
Ya no me da miedo descubrirme fantaseando. No estoy loca, tampoco cuerda. No estoy deprimida, aunque tampoco soy feliz. Pienso en el cambio, como todos, pero creo que sólo trato de facilitarme el camino.
Ya no cierro puertas, ahora las abro. Estoy dispuesta a mucho, la diferencia es que hoy la llave de mi puerta la guardo yo y no otros.
Entre tanto desvarío descubrí que desde siempre he sido lo que el resto necesitaba que fuera: unas veces amiga, otras tantas enemiga; a ratos la diversión y en otros tiempos un hombro sobre el que llorar. Me limitaba a creer que el resto necesitaba más de mi que yo de ellos y estaba equivocada. Yo también necesito del resto.
Ahora la encrucijada, ¿qué hacer? No sirvo para exigir. A duras penas sale de mi boca muy de vez en cuando un "no". Me resulta egoísta la idea de pensar que yo voy primero, y estúpido creer que yo voy después.
Antes solía pensar que lo primordial era despertar a tu lado. Hoy misteriosamente siento que lo importante es que yo pueda ver un nuevo amanecer.