23/10/10

Aire


Y algo dentro de mi sabía que este día llegaría. Todas las señales te traían de vuelta a casa. Aquí, esperaba tu regreso.
Me encanta el aroma que traes contigo. Me encanta a lo que sabe tu ser.
Hoy después de tanto tiempo juntos, después de tantas idas y venidas, de tantas peleas y de tantas risas, descubro que aún es posible sentir más.
Hoy he descubierto que te puedo amar aún más; que un día cualquiera puede ser el elegido para enamorarme locamente de ti al igual que lo hice antaño.
Yo que tanto hablo, que tanto escribo sobre el amor me siento hoy ignorante. No podía hablar de algo que no conocía en su totalidad. Siento que estoy llegando a ese lugar. Siento que todo lo que nos rodea es afecto, es cariño, es amistad, es confianza y sobre todo es amor.
No entiendo cómo puedes después de tantos años llegar y dar la vuelta a mi vida en un instante; el instante que tardas en hacer girar la llave y te veo entrar.
Necesitaba volver a sentirte como te siento hoy.

7/10/10

Girasol


Era domingo. No necesitaba más de cinco minutos para averiguarlo porque los domingos siempre me despierto del mismo modo: como un vegetal.
Me refugié con las mantas como pude del sol que se colaba por mi ventana.
Cinco minutos más - pensé - pero en ese instante sonó el teléfono.
¿Quién tendrá la poca vergüenza de llamarme un domingo a las nueve de la mañana? Abrí un ojo y vi mi móvil iluminándose con esa luz intermitente que tanto detesto. Alargué el brazo y vi tu foto estampada en la pantalla del teléfono.
Confusa me di media vuelta y tu lado de la cama estaba vacío. ALERTA.
-¿Sí? - dije con tono aterrado.
- Ve al salón - y colgaste sin decir un mísero "Hasta luego".
Olvidé el sol que se cuela en mi habitación y el sueño embriagador que me mantenía atada a esa cama. Dando tumbos y tan rápido como me permitieron mis piernas aún entumecidas llegué aterrorizada al comedor.
Mi respiración cesó en un tiempo que resultó infinito. Oía los latidos de mi corazón,el cual parecía un prisionero furioso que quería escapar de mi pecho.
Girasoles. Siempre me gustaron los girasoles. Gracias.

2/9/10

Destrucción


Demasiadas promesas rotas. Demasiado tiempo en vano. Demasiados sueños hechos pedacitos. Demasiadas lágrimas.

Ya no puedo creerte.

Sé que me quieres y sé que yo a ti también, pero todo lo que encuentro contigo es destrucción. A mi lado camina la sombra del sacrificio y de tu lado la sombra de la indiferencia.
El tiempo ha hecho venir hasta nuestras cabezas la idea de que si las cosas están bien: perfecto; y si las cosas están mal: ya pasará.
Duele ver como pasa un día tras otro. Hoy igual que ayer y posiblemente igual que mañana. Probablemente mañana también toque destrucción, para no perder la costumbre.
Ya no puedo esperar más. No quiero vivir esperando; deseando siempre algo que nunca llega. Siento que estoy tirando mi vida por el retrete. Siento además que sólo yo espero, y así es aburrido. Así no sirve. Así solo se encuentra una cosa: destrucción.
Lo que más duele es saber que mañana,"cuando todo haya pasado", seguiré esperando. Me levantaré pensando que solamente ha sido un mal día, por mi culpa quizás. Posiblemente todo mejorará...

¿Cuándo?...¿Mañana? No. Mañana toca destrucción.

10/7/10

Reset



Y al fin ha llegado el momento. Tengo en mis manos las llaves de mi casa por primera vez.
La miro y la vuelvo a mirar y comienzo a asimilar que aquí no hay reglas; que aquí no hay que pedir permiso, ni dar las gracias y/o disculparse. Eso a menos que me sienta agradecida conmigo misma.
Resulta extraño pero no consigo hacerme a la idea de pasar el día a solas. Tengo la agridulce sensación que provoca el eco del vacío de la casa y el empalagoso sabor de la libertad.
Y es que me da miedo que el ruido se vuelva a colar aquí dentro. Tecleo despacio y con un ojo en la puerta esperando, sin sentido, que el tumulto de gente con el que vivía se cuele de nuevo.
Han comenzado las visitas de cortesía. Un familiar tras otro que recupera la línea dicha por el anterior: "No me hago a la idea". Aún así, aún cuando preferiría que no toda la familia se paseara por aquí con la intención de hacerme cambiar de opinión, se agradece el interés.
Y es que ese es el problema de las familias tan, pero que tan numerosas como la mía, y es que más tarde o más temprano terminas sintiéndote siempre como la última mona.
Tengo tres días para hacer de esta casa algo habitable. Lo de dormir en colchoneta está bien. Te devuelve a tus tiempos "hippies" y te hace creer que todo es paz y amor. Sin embargo, mi espalda empieza a dar guerra.
Me siento viva de nuevo. Creo que en mi cabeza se ha instalado la idea de que con este cambio vienen otros detrás. Me apetece terminar las innumerables cosas que he ido dejando a medias por el camino; comenzar aquellas que no me atreví a hacer...
Busco la forma y el momento para resetear mi mente. De algún absurdo modo se ha colado en mi cabeza la idea de que aún estoy a tiempo para ser feliz.

22/4/10

Paz


Y amanecí de nuevo con el pánico en el cuerpo. Alargué mi brazo hasta alcanzar el despertador para silenciarlo. Era sábado, pero la noche anterior había olvidado desconectarlo.
No quería despertarte para poder continuar con mi ritual matutino: girarme y contemplar cómo poco a poco vas saliendo del sueño; como regresas junto a mi.
Entonces el miedo volvió. Me giré lentamente. Fuera como fuese deseaba que estuvieras ahí; que no te hubieses marchado. Paz. Estás aquí.
Ha pasado el tiempo. Debería ir acostumbrándome, pero aún me impacta verte cada mañana; que sigas a mi lado; tranquilos, en paz.
Y estaba metida en mi absurdo pensamiento. Soñando y viviendo un momento infinito cuando despertaste.
- Te quiero.
Y todo desapareció tras tu voz. Y la felicidad del vacío, de la ausencia de pena me abrazó. Paz.

3/3/10

Eco



Me senté frente al escritorio con la esperanza de que la pena quedara encerrada entre la cuadrícula de mi cuaderno. Pasaban los minutos y la paciencia que había ido ganando en los últimos tiempos desapareció.
Con una prisa casi imprudente, en poco tiempo pude descalzarme y recorrer los metros de arena que me separaban de la orilla del mar.
Hasta aquel momento no había caído en la cuenta de que llovía y ahora lo hacía con más intensidad, tanto que en pocos minutos estaba calada hasta los huesos.
Me pesaba todo. A pocos metros de la orilla, mis piernas perdieron toda su fuerza y simplemente caí. Sentía el frío colarse por cada poro de mi piel. La ropa mojada no ayudaba mucho así que me deshice de ella y me acurruqué como pude.
La arena era suave. La lluvia fue cesando y pronto comencé a entrar en calor. Entonces, algo pasó sin permiso por mi filtro de moderación y me asusté yo misma al escuchar el grito agudo y ahogado que subió por mi pecho y retumbó contra las rocas. El eco hizo del grito algo aterrador.
Recordé entonces las palabras de una vieja amiga. Ella creía que yo debía aprender lo que al resto le salía de forma natural y en ese momento, le di la razón.
Desde siempre y seguramente sin motivos me he moderado en todo. Quería ser el equilibrio perfecto y jamás me hubiera permitido desahogarme de ese modo, pero ahora soy libre; soy salvaje.
No necesitaba nada más. El eco calló. Me levanté, me vestí de nuevo y volví a casa.

Hasta siempre bebé