7/10/10

Girasol


Era domingo. No necesitaba más de cinco minutos para averiguarlo porque los domingos siempre me despierto del mismo modo: como un vegetal.
Me refugié con las mantas como pude del sol que se colaba por mi ventana.
Cinco minutos más - pensé - pero en ese instante sonó el teléfono.
¿Quién tendrá la poca vergüenza de llamarme un domingo a las nueve de la mañana? Abrí un ojo y vi mi móvil iluminándose con esa luz intermitente que tanto detesto. Alargué el brazo y vi tu foto estampada en la pantalla del teléfono.
Confusa me di media vuelta y tu lado de la cama estaba vacío. ALERTA.
-¿Sí? - dije con tono aterrado.
- Ve al salón - y colgaste sin decir un mísero "Hasta luego".
Olvidé el sol que se cuela en mi habitación y el sueño embriagador que me mantenía atada a esa cama. Dando tumbos y tan rápido como me permitieron mis piernas aún entumecidas llegué aterrorizada al comedor.
Mi respiración cesó en un tiempo que resultó infinito. Oía los latidos de mi corazón,el cual parecía un prisionero furioso que quería escapar de mi pecho.
Girasoles. Siempre me gustaron los girasoles. Gracias.

1 comentario:

  1. Que lindas son las sorpresas. Y qué lindos los girasoles!

    Con un Domingo así, todos los lunes valen la pena.

    Hermoso momento.
    Un abrazo!

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