16/7/09

La noche dudosa



El reloj marcaba las cuatro de la mañana. Aún quedaban otras cuatro para marcharme. Los segundos eran minutos y los minutos eran horas. En lo único en lo que pienso ahora es en que mi reloj marque las siete de la tarde...te extraño.
Ahora vivo en un espacio de confusión. El saber que no debo ceder; el saber que va a ocurrir y que luego será peor o el dejarme llevar por el deseo de estar contigo.
Extraño verte, sentirte; extraño la sensación de saber que puedo llamarte a cualquier hora porque tú siempre estás ahí para mi; extraño mis caprichosas madrugadas; extraño amanecer contigo tirada en la calle; extraño pasar frío y aguantar una insensata Laguna que poco o nada le importa el continuo chasquido de mis dientes.

13/7/09

El patio del vacío


Y es que estás en todas partes y es que aún cuando no estás puedo sentirte. Duele no verte, duele no hablarte, duele no olerte, duele no sentirte.
Y esta tarde me senté en aquellos bancos donde hablamos durante horas. El trabajo era lo de menos. Quería hablarte y que me hablaras. Quería conocerte en siete horas.
Anoche a pesar del cansancio no pude dormir. Cerraba los ojos y podía verte. Traté de acercarme, de conservar tu imagen en mi cabeza, pero desaparecías siempre. Me puse por encima del pijama lo primero que encontré en el armario, cogí mis llaves y movida por la estupidez fui hasta las escaleras de siempre. Pensé que estarías allí, pero el vacío se había apoderado de nuestro patio. Aquel era para aquel entonces el patio de la noche, de la soledad, del silencio.
Después de dos horas volví a casa. Tampoco estabas en la estación. Abrí la puerta y el portón estaba igual de vacío que mi interior. Me tapé bajo las sábanas y me dormí con las mejillas húmedas. Duele.

2/7/09

Amanezco


Hoy es un día triste. Se han juntado muchas cosas que no tenían porque ocurrir, pero así son las cosas. Aún hoy asocio mi tristeza a la de aquel día. Dentro de dos meses hará un año que mi padre ya no está conmigo.
La enfermedad se presentaba caprichosa y a pesar de la resistencia, eso era lo que debía suceder.
Aún no comprendo cómo mi mente pudo asumir que aquello iba a ocurrir tarde o temprano. Fue un año muy largo y aún me corroe la culpa porque cuando recibí la noticia, a pesar del dolor, pensé que aquello era lo mejor y lo más justo para todos.
Aún cierro los ojos y puedo recordar como si hubiera sido ayer la imagen de ese cuerpo inerte. Aquel no eras tú y aunque trato de olvidarlo, aún recuerdo el dolor en mi pecho y el llanto desconsolado.
Hoy he despertado igual. Me pregunto cómo se sobrelleva un día como este. Duele sentirse vacía. Duele levantarse sabiendo que no puedo verte.