18/8/09

Mi tiempo, mi espacio, mi vida


Y puede que sea el insomnio; y puede que sean las pocas ganas que tengo hoy de trabajar; ó puede, quizás, tan sólo puede que esta noche esté aprendiendo a ver las cosas de otro color distinto al negro.
Llevo semanas buscando razones que resulten válidas a mi razón; cerrando interrogantes a mis preguntas; poniendo punto y final a mis actos.
He decidido seguir los consejos de alguien que, sin conocerme, siempre da en el clavo; siempre tiene la palabra exacta, lo que necesito escuchar. He decidido darme un tiempo; dedicarme a conocer mi persona, sin pensar en nada ni en nadie más. Al fin y al cabo vida no hay más que una y de momento no tengo intención de malgastar así la mía.
Esta mañana al despertar sentí que algo me faltaba y dándole vueltas al asunto caí en la cuenta de que lo que me faltaba era la carga, la culpa del abandono, el dolor de una separación. Al darme cuenta me incorporé rápidamente pues era yo la primera sorprendida. La pena había desaparecido.
Decidí entonces pensar en aquello que me hacía sentir bien, en las cosas que me gustaban, en los pequeños placeres de la vida, como yo los llamo, esos que dan color a los momentos grises. Me percaté de que no eran pocos y que eran tan simples, tan sencillos, tan naturales como respirar.
Me gusta quitarme la ropa, descalzarme y meterme en la cama sintiendo primero el frío de unas sábanas que no han sido alborotadas desde la noche anterior, para luego sentir el calor, el paso de la temperatura de mi propio cuerpo.
Me gusta guardar chocolate en los estantes de mi habitación para luego, por la noche, romper un pedacito y saborearlo antes de dejarme llevar por el sueño.
Me gusta la sensación que provoca una buena ducha en mi cuerpo. Lavarme el pelo y que las gotas de agua fría caigan sobre mi espalda.
Me gusta la sensación de "estar en casa". Llegar del trabajo, hacer girar la llave, abrir la puerta, descalzarme y respirar hondo un día más.
Me gusta encontrarme con alguien que, sin palabras, tan sólo con la expresión natural de su cara, demuestre que se alegra de volver a verme.
Me gusta tener ganas de escribir y no estar demasiado cansada como para pensar "luego...luego. Más tarde." porque ese luego nunca llega.
Me gustan los días en los que puedo despertarme por cuenta propia. Sin despertadores, sin presiones, ni prisas. Me gusta no tener que madrugar y aún así despertar lo suficientemente temprano como para disfrutar también de las mañanas.
Me he dado cuenta de que resulta imposible escribirlo todo de un golpe y en una noche. Mañana será otro día.


9/8/09

Soplo de aire fresco


Y aún cuando me juro y me perjuro que no volveré; aún cuando consigo convencerme de que esto es lo mejor para ambos, llegas y sólo soy capaz de escuchar el latido acelerado de mi corazón.
Y llegas y abres paso entre tanta oscuridad. Me pones de nuevo los pies sobre la tierra y descubro que allí donde yo comenzaba a ver luz en realidad no hay nada.
Y me haces tanto mal. Y duele tanto. Y cuánto te extraño y cuánto me haces falta.
Te odio porque te necesito, y me veo de repente preguntando a mi otro "yo" el motivo por el cual te necesito y siento miedo; miedo a tener que aceptar que te necesito porque te quiero.
Y me repito una y otra vez que este camino lo recorreré yo sola y aún cuando no quiero te encuentro a cada paso que doy.
Igual no sé, igual no quiero; igual lo detesto, igual lo anhelo; igual lo deseo, igual lo evito. Igual busco encontrarte de nuevo... igual me he obsesionado con seguir los principios del Kybalión.

2/8/09

Hasta mañana, hasta pronto, hasta siempre.


Y a pesar de que la decisión está tomada parece que la balanza no desaparecerá jamás.
De un lado, una fuerte determinación. Decisión en cada letra, en cada sonido, en cada palabra. No dar un paso atrás.
Del otro, la indecisión y la curiosidad que en estos tiempos van dadas de la mano. El ser así, pero ¿qué más podría ser?
La felicidad del tener, de no sentirse ignorante, de ser manipulada. La certeza de gobernar en aquello que requiere ser regido.
La felicidad del desear, de sentirse ignorante, de vendarse los ojos, del dejarse llevar.
El siempre presente inconformismo. Quiero más y más y más.
Un aferrado sentimiento de posesión: es mío, lo tengo, no lo puedo perder así.
Un sentimiento profundo: la libertad. Nací sola, sin ayuda; no necesito más.
La sensación de añoranza. El deseo de retomar lo que ha sido pausado.
La nostalgia no sólo del pasado, sino de lo que pudo haber sido.
El orgullo de saber que aún me esperas, aún cuando mis puertas parecen cerradas.
El placer del vacío. De no tener que rendir cuentas. De poder hacer en cada momento aquello que más me plazca.
Un lindo recuerdo. El sentir de algo que no guarda rencores.
Una soledad buscada, deseada, que no parece dolorosa. Es más bien necesaria.
El honor de poder gritar que en esta historia no hay culpables. No era el momento.
El saber, el aprender, que antes de abrir hay que cerrar viejas heridas.
La satisfacción de un perdón dado a tiempo.
La tranquilidad de saber que, pase lo que pase, tú ya formas parte de mi historia.