15/12/15

El no ser siendo

Hay libros que marcan. Hay libros que hablan de tu historia sin saber, historias que aconsejan, que despiertan la conciencia o que te sitúan en ese punto en que cabeza y corazón, por extraño que resulte, te dicen lo mismo.
"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mío con solo verte de lejos. Que adoro tus lunares y tu pecho me parece el paraíso. Que no fuiste el amor de mi vida,  ni de mis días, ni de mi momento. Pero que te quise, y que te quiero, aunque estemos destinados a no ser".
No podría decir cuántas veces te he leído, Rayuela, pero sí sé que siempre estás en los momentos en los que me ha hecho falta volver a mi punto de partida. De la tierra al cielo y viceversa.

14/11/15

Sueños de invierno

No es que no me guste el invierno, no. No se trata del frío calahuesos ni de esa lluvia que no moja, pero empapa tanto si corres como si andas. No es cuestión de estaciones, no son los meses ni la ropa abrigada. Es cosa de este invento moderno del cambio horario.
Detesto levantarme con la sensación de llegar tarde a todas partes porque el sol se cuela por las rendijas de mi ventana. Odio tener ganas de un "ducha, cena y cama" cuando lo que en realidad quiere mi cuerpo es una merienda. Y es aquí donde está el problema: me paso los días durmiendo acurrucada, soñando. Y yo hace tiempo que me prohibí fantasear durmiendo y soñar despierta.
En una de esas siestas oscuras hice avanzar el tiempo hasta un momento que no conoceremos. Había llegado el día en el que los dos estábamos en el mismo lugar y en la misma condición. Ya no estaba uno faltando el otro ni el primero buscaba lo que tenía el segundo.
Me levanté agobiada, primero porque pensé que volvía a llegar tarde y luego porque no sabía si me había gustado soñarte. Decidí entonces hacer un "ducha, cena y cama" para despejarme u olvidarte. Y lo malo de obligarte a borrar recuerdos es que, normalmente, se graban como a fuego.
Y recordé. Recordé aquello que me escribiste alguna vez. Aquellas pocas líneas en las que confesabas no saber si te recorfotaba más que atormentaba que me colara en tu cabeza de vez en cuando mientras dormías. Aquello me halagó en la misma medida en que dolió. Quedé confusa y sin saber qué querías decir con eso. Hoy te entiendo.
Esperando a la primavera.



30/5/15

La vergüenza

Qué fácil es escribir cuando no se tiene miedo ni vergüenza a lo que vas a decir. Cómo cambia el asunto cuando tratamos con los tabus atravesados en el camino llano.
Hablar por hablar, decirnos porque sí. Esperarnos y después huirnos. La carrera que no empieza, pero que tampoco tiene meta. Avanzar sin más, perderse en la primera esquina.
Te extraño antes de que te hayas ido, antes incluso de que hayas llegado hasta aquí. Extrañar lo no presente es tan extraño como lo que no es.
Maldecir el tiempo, el espacio, a la gente. Obstáculos, impedimentos, siempre no. Estar a ratos, oscurecerse un tiempo y brillar luego.
Temer al futuro por lo que ya ha pasado. Despistarse en el presente por lo que nunca ha sido.
Preguntarse de vez en cuando dónde andarás, dónde andaré. Perdida, confundida, desorientada con más o menos razón o rumbo.

6/5/15

El buen tiempo


Por fin está aquí la primavera.
Tengo la teoría de que los que nacemos entre la primavera y el verano preferimos el buen tiempo antes que aquellos que nacieron entre el invierno y la siguiente primavera, que prefieren esos odiosos días de peli y manta impuesta.
Empieza el verde. El verde siempre fue mi color favorito. Me encantan las cosas verdes, todo lo verde. Me pone de buen humor; me devuelve sabores agrios al mirarlo. Me gusta lo ácido, el sabor y el humor.
Dicen que en esta época se altera la sangre y deben tener razón, ya que después de meses de letargo, aún me asusto al sorprenderme tarareando canciones alegres en el balcón.
Ya han comenzado esos días en los que bajo la ducha creo clavar la voz imposible de algún cantante, Bruno Mars, Adele. Todo da igual hasta que cierras el grifo.
Han llegado los días verdes, los días de no pensárselo dos veces, de lanzarse sin más. Los días de caerse, reírse y levantar.
Empiezan los días con olor a mar, con la brisa que no molesta, la que te lleva de vuelta a tiempos que ya eres incapaz de recordar.
Me gusta perderme en la inmensidad del silencio roto de las olas, tumbada en la arena, dejando de pensar.
Se acercan los días de montaña. De ruta y aventura. De sentirse libre y capaz de todo, de lanzarse, descolgarse o escalar por donde sea.
Tiempos de abrir puertas, de curiosear.
Se acabaron las mañanas de suelo frío al despertar, días de paraguas y chaqueta. Se acabaron los mocos.
Se acabó lo oscuro un año más. Días de abrir ventanas y dejar al aire pasar.
Me preguntaba qué ocurrirá el día que dejes de ser tan puntual.


16/4/15

Acerca de lo que ocurre cuando el tiempo pasa

Es sorprendente lo mucho que varía el resultado cuando has prestado suficiente atención como para observar el proceso.
Me choca el paso del tiempo. Aún cuando no sé cuánto tiempo dura el tiempo o si todos vivimos al mismo ritmo. Aún me sorprende el cambio, el olvido, el desánimo.
Palabras que revolotean aquí y allá. Desconocidos convenciéndose de que lo improbable era probable y real, de que eran capaces, supongo. Osados, pero capaces. Ya.
¿Aparecerás en unas semanas para seguir el protocolario ritual o te has cansado de tirar miguitas de pan al pasar?
El tiempo pasa. No hay mucho más.