6/5/15

El buen tiempo


Por fin está aquí la primavera.
Tengo la teoría de que los que nacemos entre la primavera y el verano preferimos el buen tiempo antes que aquellos que nacieron entre el invierno y la siguiente primavera, que prefieren esos odiosos días de peli y manta impuesta.
Empieza el verde. El verde siempre fue mi color favorito. Me encantan las cosas verdes, todo lo verde. Me pone de buen humor; me devuelve sabores agrios al mirarlo. Me gusta lo ácido, el sabor y el humor.
Dicen que en esta época se altera la sangre y deben tener razón, ya que después de meses de letargo, aún me asusto al sorprenderme tarareando canciones alegres en el balcón.
Ya han comenzado esos días en los que bajo la ducha creo clavar la voz imposible de algún cantante, Bruno Mars, Adele. Todo da igual hasta que cierras el grifo.
Han llegado los días verdes, los días de no pensárselo dos veces, de lanzarse sin más. Los días de caerse, reírse y levantar.
Empiezan los días con olor a mar, con la brisa que no molesta, la que te lleva de vuelta a tiempos que ya eres incapaz de recordar.
Me gusta perderme en la inmensidad del silencio roto de las olas, tumbada en la arena, dejando de pensar.
Se acercan los días de montaña. De ruta y aventura. De sentirse libre y capaz de todo, de lanzarse, descolgarse o escalar por donde sea.
Tiempos de abrir puertas, de curiosear.
Se acabaron las mañanas de suelo frío al despertar, días de paraguas y chaqueta. Se acabaron los mocos.
Se acabó lo oscuro un año más. Días de abrir ventanas y dejar al aire pasar.
Me preguntaba qué ocurrirá el día que dejes de ser tan puntual.


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