3/3/10

Eco



Me senté frente al escritorio con la esperanza de que la pena quedara encerrada entre la cuadrícula de mi cuaderno. Pasaban los minutos y la paciencia que había ido ganando en los últimos tiempos desapareció.
Con una prisa casi imprudente, en poco tiempo pude descalzarme y recorrer los metros de arena que me separaban de la orilla del mar.
Hasta aquel momento no había caído en la cuenta de que llovía y ahora lo hacía con más intensidad, tanto que en pocos minutos estaba calada hasta los huesos.
Me pesaba todo. A pocos metros de la orilla, mis piernas perdieron toda su fuerza y simplemente caí. Sentía el frío colarse por cada poro de mi piel. La ropa mojada no ayudaba mucho así que me deshice de ella y me acurruqué como pude.
La arena era suave. La lluvia fue cesando y pronto comencé a entrar en calor. Entonces, algo pasó sin permiso por mi filtro de moderación y me asusté yo misma al escuchar el grito agudo y ahogado que subió por mi pecho y retumbó contra las rocas. El eco hizo del grito algo aterrador.
Recordé entonces las palabras de una vieja amiga. Ella creía que yo debía aprender lo que al resto le salía de forma natural y en ese momento, le di la razón.
Desde siempre y seguramente sin motivos me he moderado en todo. Quería ser el equilibrio perfecto y jamás me hubiera permitido desahogarme de ese modo, pero ahora soy libre; soy salvaje.
No necesitaba nada más. El eco calló. Me levanté, me vestí de nuevo y volví a casa.

Hasta siempre bebé

1 comentario:

  1. Practicamente te desnudaste en palabras.
    Y TE LOGRASTE ENCONTRAR!ME PARECE GENIAL!
    HACE MUCHO Q NO TE LEIA!ES UN PLACER!!!
    besitoooo

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