5/8/11

Sabor a dulce locura


No conozco a nadie como tú. Nadie a quien me parezca tanto y nadie que me deje ser como lo haces tú.
Pasamos de lo riguroso a lo absurdo en el mismo tiempo que empleamos para pasar de adorarnos a odiarnos.
Me pregunto qué pensaría alguien si pudiera escuchar y leer nuestras conversaciones. Si hubiera estado presente en cualquiera de esos días en los que ofrecimos funciones que iban desde la comedia hasta el drama. Como un hacker o un voyeaur no sexual que por motivos desconocidos, pero igualmente extraños, decidiera espiarnos.
Sinceramente creo que no entendería nada porque cuando hablo contigo tengo la sensación de estar hablando en clave.
Respondemos para fuera lo que el otro espera que digamos y para dentro lo que gritaríamos a los cuatro vientos, pero que tragamos porque nunca es el momento adecuado.
Porque pasamos de hacer la maratón de estupideces a tirarnos los trastos a la cabeza. Porque te quiero en la misma medida en la que te odio.

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